martes, 8 de diciembre de 2009

Ross, desde córdoba, buena onda y seguimos

Ross participa con esta artículo de Laura Gutman, que va con link, y otro de Carlos Presman que lo pongo acá mismo. Los dos valen la pena, van con humor diciendo cosas serias, o sin seriedad abirdando temas ridículos que nosotros hacemos serios. Dale, pasen y vean.

Gracias Ross.

otro concepto de un medico cordobés que editó un libro. Abajo los datos...

(IN) FELICES FIESTAS

Nada es lo que parece.
Cristian Dutari

Prefiero la información al consejo médico. Estoy convencido de que todos deberían acceder a los conocimientos de la salud y en especial a los de contenido preventivo. Por experiencia, las fiestas de fin de año son una excepción, razón por la cual me permitiré sugerirle algunas recetas:

Celebraciones múltiples
Existe la compulsión a festejar el fin de año con cuanta persona tiene usted contacto. Vecinos, compañeros de trabajo, ex alumnos (desde el jardín de infantes a la universidad); los del gimnasio, los del fútbol, la pesca, la peluquería, el naranjita que cuida el auto, los muchachos de la recolección de residuos, las chicas de pilates. La convocatoria es siempre la misma: tenemos que juntarnos a brindar. El menú también es idéntico: sidra con pan dulce. ¿Por qué "tenemos"? ¿Quién lo obliga a celebrar con quienes no tiene nada en común? ¡Y con una sidra tibia a media mañana que le garantiza jaqueca para el resto del día! Simplemente diga “no”, verá que su hígado se lo agradece y sus vínculos personales no sufren ningún cambio.

El pan dulce
Los hay de dos tipos, el seco que le regalan en su trabajo y el esponjoso especial que compra para el 24. Ambos desagradan casi por igual; cómo serán de feos que se elaboran, gracias a Dios, una vez al año. Son contados con los dedos de la mano los que lo comen sin sacarle las frutas abrillantadas (que sólo sirven para manchar el piso de rojo intenso y verde flúo, ya que no las consumen ni las hormigas). Con la mano en el corazón, en los cuarenta grados de la siesta cordobesa, ¿usted preferiría un pan dulce o una sandía helada? Para agravar la molestia, el popular pan dulce viene en el combo de garrapiñadas y turrones. Una ingesta mínima de esos componentes le garantiza las calorías para todo el año.

Existe la fuerte presunción de que su consumo está alentado por la Federación Odontológica Argentina. Obvio.

El pino de Navidad
¿Por qué insistir con esta conífera réplica en plástico made in China? ¿Por qué agregarle esas lucecitas que aumentan la temperatura del living, impiden la oscuridad para el sueño, consumen electricidad y en el mejor de los casos son horribles? ¿Por qué sobrecargarlo de bolitas de material de termo, ideales para su ruptura y cortes varios en las manos de los más pequeños? Termine con la foránea ornamentación del pinito, y si su familia insiste para el pesebre o los regalos, opte por el autóctono algarrobo de Navidad, o el piquillín (que ya viene con las bolitas), o el tala, o el espinillo, o el árbol que tengamos en el patio o la vereda (olmos, paraísos, crespones).

Pasadas las fiestas, las lucecitas, los adornos y el famoso pinito ocuparán todo el placard por un año, cuando no tenemos dónde guardar la ropa de invierno.

Los regalos
Usted debe ser parte del 99,99 por ciento que compra los regalos el 24 de diciembre a la tarde, en fervorosa peregrinación a shoppings, supermercados y juguete rías. Cuando por fin consigue lo que le pidió su hijo, porque todos los niños se complotan en requerir el mismo objeto de determinado color y marca, debe hacer una cola que sale fuera del local para poder pagar (o sea que ya no hay aire acondicionado), y al llegar a la caja la tarjeta no tiene fondos o no se la autorizan. Entonces manda un mensaje de texto a su esposa que no responde, intenta llamarla al celular pero las líneas están saturadas y todos los de atrás lo quieren matar como a Cristo pero sin incluir la resurrección.

Esto sucede mientras eructa la sidra que tomó a media mañana y lo invade una acidez retroesternal (más fea que fruta abrillantada de pan dulce) que usted presiente como un infarto, para colmo en Navidad.

Considere comprar los regalos de las fiestas el 15 de enero: no hay nadie, pagará la mitad y sobretodo ganará en salud.

El chequeo
Para estas épocas se preparan las cenas, cierran los balances comerciales, se rinden materias, se arregla el auto para las vacaciones, se mantiene el jardín y la pileta, se elaboran informes para las asambleas de culminación del año y la lista sigue para cuanta tarea el hombre inventa con la finalidad de que diciembre sea literalmente fatal.

Entonces, su médico no tiene mejor idea que pedirle el popular chequeo de fin de año y usted sale presuroso a su obra social. Allí descubre que algunos estudios no tienen cobertura, a otros les falta la firma del profesional y/o el diagnóstico y/o el resumen de historia clínica y/o el sello médico y/o alguien descubre que debe tres cuotas y no se los pueden autorizar. Respira hondo, sortea todas las dificultades burocráticas y sale a buscar los turnos personalmente porque todas las líneas con sus operadores están ocupadas. Los consigue en distintos centros médicos y a diferentes horarios. Nada más importante que la salud, reflexiona. Pero cuando va a buscar el auto que dejó unos minutitos estacionado en el caos céntrico, descubre que se lo está llevando la grúa municipal.

Al retirarlo del corralón, le anuncian que además le han robado la radio, por lo que no podrá disfrutar de los clásicos villancicos navideños mechados con publicidad.

El calor agrega el ingrediente ideal para el accidente cerebro vascular. Evite accidentes: no se haga el chequeo que, como se sabe, es diagnóstico y no terapéutico. Insisto, no se haga chequeos a fin de año que todo lo que vivirá es en sí mismo una prueba ergométrica cardiovascular.

La cena
Antes del menú caben algunas reflexiones sobre la escenografía y los actores. Si después de horas de debates telefónicos, su esposa le confirma que cenan en su casa como el año pasado, el anteaño y tantos otros como tenga memoria, relájese y ponga en piloto automático la situación. Diga a todo que sí, desde buscar un ananá el 24 a las 21 hasta comprar un docena de sillas plásticas en el supermercado, atestado por el 99,99 por ciento que está buscando regalos.

Prepárese psíquicamente para que su cuñada/o caiga con los cinco chicos, con la suegra/o y aporte como único presente la sidra La Farruca que le regalaron en la empresa (como el año pasado, el anteaño y tantos otros como tenga memoria).

Aproveche y agregue en la lista a su mamá/papá, abuela/o y logre el efecto neutralizador de juntar en un mismo evento a la familia propia y la política. Logrará así contrarrestar los comentarios sobre el pasado íntimo de cada uno.

Si sabiamente concilia un umbral alto de tolerancia (piloto automático) con el efecto neutralizador de las presencias múltiples en la misma mesa, podrá brindar a las doce sin riesgos adicionales. Resuelto esto (que es lo más difícil), y si es verdad que somos lo que comemos, no sea pavo no coma pavo, no sea chancho no coma chancho. Prepare una cena liviana para lo que será una noche pesada.

Respecto de la bebida, cuidado con los corchos de plástico con alta presión, existe la fuerte sospecha de que su consumo está alentado por la Federación Oftalmológica Argentina. Obvio.

La pirotecnia
Evite los explosivos, ¿no le bastó con las marchas sindicales? En relación con los fuegos de artificio, tome los recaudos para no terminar brindando (con sidra tibia y pan dulce) con el médico de guardia del Instituto del Quemado.

Papá Noel
Si por razones de necesidad y urgencia tuviera que disfrazarse de este globalizado personaje, adhiera a la indumentaria sugerida por el sindicato cordobés de papás noel para este año: ojotas rojas con short o zunga del mismo color y un fresco sombrerito tipo Piluso. Camiseta musculosa blanca con la inscripción roja en el pecho, tipo grafiti: Soy Noel... ¡papá! El conjunto incluye el repelente de mosquitos y una cómoda mochila para transportar los regalos. Este disfraz le garantiza la prevención del golpe de calor, la deshidratación y el mal humor depresivo que le causaría impostar a un gordo friolento en la época en que Febo derrite el asfalto.

Para terminar, y como buen médico, debería sugerirle que se haga un regalo: abandone el tabaco, coma equilibradamente, realice actividad física, modérese en el alcohol y duerma ocho horas. Pero como nada molesta más que escuchar lo que uno ya sabe, sólo le recuerdo que el 29 de diciembre es casi igual al 2 de enero y que el 31 de diciembre es el último día del año, no de la vida. Actúe en consecuencia y pase unas fiestas tranquilas, porque para la felicidad, no alcanza con el deseo.




De “Letra de Médico” de Carlos Presman

Editorial Raíz de Dos . 2009

http://raizdedoseditorial.blogspot.com

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